Autora: Elena Torres, exmenor tutelada y educadora infantil
En 2024 es impensable pensar en que un niño o una niña no tenga regalos de Reyes Magos. Todos los sentimientos y emociones que emergen ante esta situación hacen resaltar el lado más natural, innato e humano de las personas. La empatía, el eje motor que hace que el 5 de enero en todas las casas entre la magia.
Sin embargo, ¿por qué tenemos tan arraigado estos actos de solidaridad en ciertas fechas y situaciones, pero cuando se trata del acogimiento no?
Bueno, sí es cierto que de boquilla muchas personas se llenan de palabras de comprensión y entendimiento, pero… ¿se lleva a la práctica? La teoría nos la sabemos todos.
Cuando el ser humano va creciendo y va viviendo las diferentes etapas de la vida la realidad y la perspectiva de cómo se interpreta la misma, cambia. La esencia más pura se va perdiendo conforme los miedos, prejuicios y aprobación del entorno van apareciendo en nuestro día a día. ¿Qué pensarán? ¿Qué dirán…? ¿Me apoyarán?
Por suerte, la infancia está repleta de todo lo mencionado anteriormente. Los niños y niñas son solidarios por naturaleza, ya que no podemos olvidarnos que estamos creados para vivir en sociedad, no juzgan, no actúan por intereses propios, simplemente se rigen y guían por las emociones.
Es por ello, que al igual que en temas de prevención de violencia de género tras muchos largos años de debate se ha llegado a la conclusión de que el arma más poderosa para combatirla es la educación de los niños y niñas desde la infancia para que cuando se conviertan en adolescentes y adultos sean capaces de romper patrones establecidos, lo mismo debe pasar con el tema de acogimiento familiar.
Esa es la clave, llevar a las aulas de los más pequeños y pequeñas la convicción de que una vida, solo es vida si tenemos el amor de una familia, del tipo que sea, pero de una familia. Que establecer relaciones de apego seguro es lo que va a evitar futuros problemas de conductas y es lo único que permite a un ser humano hacer el viaje de la vida con buenos cimientos emocionales. Hacerles entender que el acogimiento devuelve la felicidad a cientos de niños y niñas, y que ellos en clase no les gustaría que sus compañeros y compañeras estuvieran tristes ¿verdad?
De igual forma que es la vía más poderosa para llegar a miles de familias. Una conversación en la mesa a la hora de comer en la que un hijo le cuente a sus padres que han tenido un taller sobre acogimiento familiar cuenta más que entregar 200 flyers, ¿por qué? Porque no se desvincula de la vida diaria y cotidiana, no es una información que entre por vías externas, sino, desde la experiencia y realidad de lo que ha vivido ese hijo o hija.
En definitiva, hacer de lo extraordinario algo cotidiano.
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